miércoles, 11 de diciembre de 2013

Amigos de la infancia

Aquel hombre vestido de forma extravagante se encontraba sentado junto a la ventana mirando al mar desde una de las cafeterías situadas junto a Ocean Avenue. Se tomaba tranquilamente una ‘Budweiser’ cuando la puerta se abrió y un chico joven entró, y al verlo fue rápidamente hasta la mesa y se sentó visiblemente nervioso.
-Ha pasado mucho tiempo Elliot.-Dijo el hombre tendiéndole su mano mostrando unos dedos extraordinariamente largos.
-¿Eres tú E…T…?-Balbuceó el chico sin salir de su asombro.
-Eduard Turner, ahora ese es mi nombre.-Contestó el hombre con un extraño acento mientras le tendía su carnet de conducir.-Hace un calor horrible aquí en California.-Dijo colocándose el sombrero.
-¿Creí que te habías marchado?-Preguntó el chico atónito señalando hacia el cielo.
-Eso os hice creer, pero nunca quise marcharme…-Acabó la cerveza que le quedaba y añadió.- ¿Todo cambio aquel día?
-¿Qué pasó aquel día?
-Tuve que aprender a hacerme yo la maleta para poder vivir.
El chico se le quedó mirando con cara de no haber entendido nada.
-Elliot, eras un buen amigo y todo eso, pero no podía tener una niñera a mi lado todo el día.-Se colocó bien las enormes gafas de sol y dijo.-Digámoslo así tenía que volar del nido.
-Pero…
-Mira Elliot ahora tengo trabajo, mi propio coche y estoy saliendo con una chica, Cindy se llama.-Interrumpió al chico luego con una risita añadió.-Y está bien buena.
El hombre se levantó dejando un billete encima de la mesa y tendió su mano al chico diciendo.
-Siempre es un placer ver a los viejos amigos, salúdame a la familia.
El chico aún perplejo pudo ver cómo su amigo de la infancia se alejaba bamboleante con su extravagante atuendo.
Un vez llegó al Motel donde vivía, se quitó aliviado el sombrero y la bufanda, le daban un calor insoportable, y luego se quedó mirando al espejo. En ese momento su móvil sonó.
-Eduard Turner agente inmobiliario, ah eres tú Cindy cariño…sí, sí, está noche te recojo a las ocho, yo también te quiero.
Colgó el teléfono y lo tiró encima de la cama, luego se quitó la pesada gabardina y se encendió un cigarrillo mientras murmuraba para sí.
-Estos humanos son estúpidos…

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