sábado, 14 de diciembre de 2013

El masón

Febrero seguía siendo un mes frío en Bruselas, por ello Jonathan Evans se sorprendió al encontrarse a un grupo de manifestantes que se encontraba a la entrada del Parlamento.

-¡No a la 587!-Gritó uno de los manifestantes cuando pasó a su lado.

Evans se paró un momento junto a los manifestantes, que no superaban la docena, y les saludó con una leve inclinación de cabeza a modo de burla para luego adentrarse en el edificio.
El edificio del Parlamento Europeo se encontraba prácticamente desierto, "No hagas trabajar a un funcionario europeo más tarde de las 5" pensó con desprecio Evans mientras avanzaba con tranquilidad por los pasillos del edificio. Llegó a la entrada de la oficina y le recibió una chica joven, era alta, rubia y con unos grandes ojos azules.

-Soy Elena Lindgren, la asistente personal del Parlamentario Svensson.-Dijo la chica en un perfecto inglés mientras le tendía la mano.

-Jonathan H. Evans.-Respondió sonriente estrechándole la mano.-Tengo una reunión concertada con el Parlamentario.

-Por supuesto señor Evans, le avisare ahora mismo.

Pasados un par de minutos la chica salió de la oficina y le hizo pasar adentro. Evans cerró la puerta tras de sí y se encontró a un hombre de unos cuarenta años sentado al otro lado del escritorio. Era un hombre bastante atractivo, su color de piel anaranjado revelaba una afición por el solárium y su pelo rubio perfectamente peinado un gran cuidado a su apariencia. Había visto al parlamentario en fotos pero no lucía tan sonriente como en ella sino que mostraba un aspecto sombrío.

-Siéntese señor Evans.-Dijo el parlamentario con voz seca y un perfecto acento americano, que denotaba su alta preparación.

Evans se sentó en la confortable silla y posó su maletín sobre la mesa.

-Ha de saber que me reúno con usted únicamente por la insistencia del Comisionado Wozniak.-Espetó el parlamentario con seriedad.-La postura de mi grupo frente a la Regulación 587, es inamovible.

Jonathan Evans sonrió cínicamente y se reclinó sobre la silla.

-Venga señor Svensson, solamente he venido a debatir amistosamente y quizás llegar a un acuerdo.

-Si quiere hablar sobre otro asunto está bien, pero no cambiaremos nuestra opinión sobre la 587.-Manifestó brusco su interlocutor.

En ese momento el semblante de Jonathan Evans cambió y la sonrisa se borró de su cara, con inusitada tranquilidad abrió su maletín del que sacó una pequeña carpeta con unos documentos y una tablet, posando ambos objetos sobre la mesa. Miró fijamente a los ojos azules de su interlocutor, que le sostuvo la mirada desafiante, y habló mientras abría la carpeta dejando a la vista unos documentos.

-Usted representa a una zona próspera, industrializada, buenos servicios sociales...-Tendió uno de los documentos al parlamentario mientras continuaba hablando.-Sería una pena que por su culpa, muchas de esas empresas tuvieran que cerrar, gente perdiendo sus trabajos.

-¡¿Me está chantajeando?!-Exclamó enfadado el señor Svensson mientras tiraba aquel documento al suelo.- ¿A qué clase de lobby mafioso pertenece usted?

Casi sin prestar atención, Evans cogió la tablet que se encontraba sobre la mesa y echó una mirada a la fotografía que había en un pequeño marco sobre la mesa. El parlamentario Svensson posaba junto a su esposa y dos niños, los cuatro sonreían, una auténtica familia de anuncio. Miró fijamente a Svensson y le tendió la tablet mientras accionaba el botón que reproducía el vídeo.
Evans se volvió a reclinar sobre la silla mientras observaba como el rostro de Svensson palidecía mientras observaba el vídeo, en él Svensson disfrutaba de un encuentro sexual con una jovencita. Evans podía ver como el sudor cubría la cara del parlamentario a medida que los gemidos procedentes del vídeo se hacían más audibles.

-No tiene ni idea de a quien represento señor Svensson.-Tomó la tablet de la temblorosa mano de Svensson y continuo.- En cuestión de minutos podría hacer llegar este vídeo a los principales noticieros del mundo, no tan solo destrozaría su carrera política también su familia...

-¿Có...cómo?-Balbuceó el parlamentario visiblemente nervioso.

-Usted es nuevo por aquí, pronto sabrá cómo funcionan las cosas.-Respondió alegremente el señor Evans mientras recogía sus cosas en el maletín.-No se preocupe, mis clientes también saben ser agradecidos con quienes colaboran.

El señor Svensson se cubrió la cara con ambas manos y luego volvió a mirar a Evans, quién seguía apoyado en la silla.

-Si mañana mi grupo aprueba esa regulación, la prensa me destrozará, mi carrera sufrirá un severo revés.-Dijo el hombre con voz temblorosa.

-No se preocupe, la prensa estará más pendiente de otras cosas.-Contestó mientras le tendía el periódico del día en el que se podía leer con grandes letras: "Europa alerta por la inminente expansión de la gripe rusa".-Si me disculpa ahora he de irme, tengo un poco de prisa.

-Desde luego señor Evans...

-Puede llamarme Jonathan, aunque algunos de sus colegas también me conocen como "El masón".-Respondió Evans con sorna para acto seguido levantarse y abandonar la oficina.

Cuando abandonó el edificio había comenzado a llover, Evans echó un vistazo al lugar donde se encontraban los manifestantes para comprobar que se habían marchado. "Quieren tumbar una regulación pero no son capaces de aguantar cuatro gotas" pensó con malicia. De la que se alejaba del edificio se le acercó una mendiga, iba vestida con harapos y tenía la cara ennegrecida por la suciedad.

-Por favor señor, una moneda.-Suplicó la mujer en inglés con un marcado acento del Este.

Evans sonrió y sacó de su gabardina un billete de 10 euros que depositó en la sucia mano de la mujer quien al tocarlo lo agarró con fuerza y exclamó en voz alta.

-¡Es usted un santo!

-Eso mismo pienso yo.-Contestó Evans para sí mismo mientras se alejaba bajo la lluvia.

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